SANTA ANA

 

Sobre Santa Ana, madre de la Santísima Virgen María y abuela de Jesús de Nazaret, no hay referencias en la Biblia y no hay informaciones verídicas; las que nos han llegado hoy se derivan de textos apócrifos como el Protoevangelio de Santiago y el Evangelio del pseudo-Mateo, así como de la tradición.

Ana parece haber sido hija de Achar y hermana de Esmeria, quien fuera madre de Isabel y, por lo tanto, abuela de Juan el Bautista. Su esposo Joaquín es descrito como un hombre virtuoso y muy rico, del linaje de David, que solía ofrecer una parte de las ganancias de sus bienes al pueblo y una parte en sacrificio a Dios. Ambos vivieron en Jerusalén y tras veinte años de matrimonio no tuvieron descendencia, un hecho que para los judíos de aquel tiempo era una señal de la falta de bendición y favor de Dios.

Un día, al llevar sus ofrendas al Templo, Joaquín es increpado por un tal Rubén (tal vez un sacerdote o un escriba), que lo considera indigno por no haber procreado y sin derecho a presentar sus ofrendas. Joaquín, humillado y escandalizado por esas palabras, decide retirarse al desierto y durante cuarenta días y cuarenta noches implora a Dios, entre lágrimas y ayunos, que le dé una descendencia. Ana, por su parte, pasa también días en oración pidiendo a Dios la gracia de la maternidad.

Las súplicas de Ana y Joaquín son escuchadas en el cielo y un ángel se les aparece a los dos por separado y les anuncia que están a punto de convertirse en padres. El encuentro de los esposos en la puerta de la casa de ambos, después del anuncio, se enriquece con detalles legendarios: el beso que la pareja intercambia tiene lugar ante la Puerta de Oro de Jerusalén, el lugar donde, según la tradición judía, se manifestaría posteriormente la presencia divina y el advenimiento del Mesías.

Tras su embarazo Ana da a luz a una niña, que recibe el nombre de María. La pequeña es criada en el cuidado amoroso de sus padres, en una casa ubicada cerca de Bethesda, lugar donde en el siglo XII los cruzados construirían una iglesia, todavía existente, dedicada a Ana, que educó a su hija en las artes domésticas.

Al cumplir María la edad de tres años, sus padres, como muestra de agradecimiento a Dios, la presentan en el Templo para consagrarla al servicio del mismo, como así habían prometido en sus oraciones.

Los textos apócrifos no informan nada más sobre Joaquín, mientras que sobre Ana señalan que vivió hasta los ochenta años de edad. Sus reliquias fueron custodiadas durante mucho tiempo en Tierra Santa, luego trasladadas a Francia y enterradas en una capilla excavada bajo la catedral de Apt. Su descubrimiento e identificación vendrían acompañados más tarde de algunos milagros.

El culto a los abuelos de Jesús se desarrolló primero en Oriente, luego en Occidente y, a lo largo de los siglos, la Iglesia Católica los ha recordado en diferentes fechas. En 1481 el Papa Sixto IV introdujo la fiesta de Santa Ana en el Breviario Romano, fijando la fecha de la memoria litúrgica en el 26 de julio, transmitida como día de su muerte. En 1584 Gregorio XIII introdujo la celebración litúrgica de Santa Ana en el Misal Romano, extendiéndola a toda la Iglesia. En 1510 Julio II introdujo la memoria de San Joaquín en el calendario litúrgico el 20 de marzo, que fue trasladado varias veces a lo largo de los siguientes siglos. Con la reforma litúrgica que siguió al Concilio Vaticano II en 1969, los padres de María fueron "reunidos" en una sola celebración el 26 de julio.

Fuente: Vatican News