28 mayo 2023

LA PARROQUIA CELEBRA LA FIESTA DE PENTECOSTÉS

 

  
 
Este domingo la Parroquia de Santa Ana celebra la festividad de Pentecostés, con la que culmina el tiempo de Pascua.

La palabra "Pentecostés" viene del griego y significa "quincuagésimo". Es el término con el que se define la fiesta cristiana del quincuagésimo día del tiempo pascual, es decir, los cincuenta días posteriores al Domingo de Resurrección. Se trata de una festividad que pone término a ese tiempo litúrgico y que configura la culminación solemne de la misma Pascua, su colofón y su coronamiento.

Durante Pentecostés se celebra la venida del Espíritu Santo y el inicio de las actividades de la Iglesia; es por ello que también se le conoce como la celebración del Espíritu Santo. En la liturgia católica es la fiesta más importante después de la Pascua y la Navidad.

Debemos destacar la Fiesta de Pentecostés como el «aniversario» de la Iglesia. El Espíritu Santo desciende sobre aquella comunidad naciente y temerosa, infundiendo sobre ella sus siete dones, dándoles el valor necesario para anunciar la Buena Nueva de Jesús; para preservarlos en la verdad, como Jesús lo había prometido (Jn 14.15); para disponerlos a ser sus testigos; para ir, bautizar y enseñar a todas las naciones. Además en esta fiesta se utiliza el color rojo para el altar y las vestiduras del sacerdote, simbolizando el fuego del Espíritu Santo.
 
El fondo histórico de tal celebración se basa en la fiesta semanal judía llamada Shavuot, durante la cual se celebran los cincuenta días de la aparición de Dios en el monte Sinaí. Cuando Dios entrega los mandamientos al pueblo de Israel. Los primeros cristianos son judíos y estaban reunidos en ese día del Pentecostés judío cuando el Espíritu Santo descendió sobre ellos.

La Biblia narra así lo acontecido: “Cuando llegó la fiesta de Pentecostés, todos los creyentes se encontraban reunidos en un mismo lugar. De repente, un gran ruido que venía del cielo, como de un viento fuerte, resonó en toda la casa donde ellos estaban. Se les aparecieron lenguas como de fuego que se repartieron y sobre cada uno de ellos se asentó una. Y todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas según el Espíritu hacía que hablaran” (Hechos 2, 1-4).